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CUADERNOS DE FILOSOFÍA

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4. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS
4.1. Filosofía monista

4.1.3. Escuela de Elea:

A) Jenófanes
B) Parménides
C) Zenón

 

A) Jenófanes

Jenófanes de Colofón (570-475 a. C.), precursor del pensamiento de Parménides,.es considerado como el fundador de la teología filosófica y de la teoría del conocimiento, la reflexión sobra la fundamentación y límites del mismo. En la primera criticó el antropomorfismo de los dioses homéricos así como su inmoralidad y su uso como modelo educativo postulando la existencia de un Dios único y, en la segunda, consideró una concepción objetiva de la verdad como algo independiente del sujeto. Asimismo, investigó acerca de cuestiones relativas a la naturaleza y a la cosmología

Jenófanes nació en Colofón, una colonia jónica de Asia Menor próxima a la ciudad de Efeso y también próxima a Mileto, en el año 570 a. C. Al parecer, aunque es un dato no confirmado, fue discípulo de Anaximandro. A la edad de 25 años, según su propio testimonio, tuvo que abandonar la ciudad al ser ésta conquistada por los medos. A partir de ese momento comenzaría una vida errante y viajera en la que se ganaría la vida como rapsoda y poeta cantando los versos homéricos o, más probablemente, sus propias composiciones. Durante estos viajes Jenófanes tuvo contacto con otras culturas y gracias a ello desarrolló como consecuencia un profundo espíritu crítico que más adelante veremos aplicado en su filosofía. El propio Jenófanes nos da una descripción de todo lo dicho en un tono cálido y humano en lo que supone uno de los primeros fragmentos, si no el primero, de tipo autobiográfico de la cultura griega:

"Hace ya sesenta y siete años desde que el peso de la vida
Arrastro aquí y allá por las regiones de Grecia.
Desde mi nacimiento habían pasado ya veinticinco años.
Si es que aún recuerdo bien.
Estas son las cosas de las que hay que conversar junto al fuego, [en el invierno Confortablemente reclinado, bebiendo vino dulce y comiendo frutos [secos:
"Dime quién eres, amigo, y de dónde vienes;
Qué edad tienes, compañero, y cuántos años tenías
Cuando la invasión de los medos."

Jenófanes de Colofón

Sus viajes concluirían en Sicilia, más concretamente en Elea, ciudad que, según algunos de los testimonios, él mismo ayudó a fundar. Parece bastante seguro afirmar que vivió una vida muy longeva, superior a los 90 años de edad. Otras datos o anecdotas que se le atribuyen a Jenófanes son de dudosa fiabilidad, bien porque los testimonios se contradicen entre sí o debido a que se trata de anécdotas muy conocidas que se le atribuían a personajes distintos y por lo tanto no se sabe a cuál de dichos personajes corresponde realmente.

Las fuentes que tenemos para la reconstrucción de la vida y la obra de Jenófanes son Diógenes Laercio, quien le dedica un breve capítulo en su Vidas de los filósofos griegos más ilustres , Aristóteles, Simplicio, que nos habla acerca de Jenófanes basándose en lo dicho por Teofrasto, así como otros autores que le mencionan aunque no le dedican una atención especial, como Platón o Heráclito.

 

Según Diógenes Laercio Jenófanes escribió 2000 versos sobre la fundación de Colofón y la colonización de Elea. Este dato es dudoso, como lo es también que haya escrito una obra titulada " Sobre la naturaleza ", como hicieron muchos otros presocráticos (el historiador Burnet lo niega enérgicamente), aunque sí nos han llegado algunas sentencias sobre el tema. Los fragmentos que conservamos (que figuran en el apartado "textos") han sido interpretados de múltiples maneras, dando algunos estudiosos importancia a ciertas declaraciones, como las relativas a la naturaleza del mundo, mientras que otros historiadores se han centrado en otros aspectos, como las reflexiones sobre teología. Fruto de estas interpretaciones la figura de Jenófanes y su posición en el conjunto de los presocráticos ha oscilado entre dos polos: por un lado ha sido considerado como uno más de los filósofos jónicos, ocupados en la búsqueda del primer principio o arjé al modo de Tales de Mileto o Anaximandro, por otro lado ha sido asociado a la escuela eleática, considerado bien como precursor de la misma o bien directamente como fundador.

Jeagger, por ejemplo, considera que la importancia de Jenófanes para el desarrollo del pensamiento religioso posterior ha sido fundamental. El ya mencionado Burnet afirma que, de saber que algún día sería considerado un teólogo, Jenófanes habría reido a carcajadas. Finalmente, el filósofo Karl Popper, por poner otro ejemplo, quien durante los últimos años de su vida se dedicó al estudio de los presocráticos afirma en " El mundo de Parménides " que Jenófanes es un pensador de importancia fundamental, iniciador del movimiento ilustrado griego, fundador de la teoría del conocimiento e incluso, aunque esta afirmación es planteada como mera hipótesis, tal vez sea el verdadero padre de la historia. Como se puede ver, tanto la vida de Jenófanes como las referencias a los textos que pudo escribir se encuentran sumidos en una nube de interrogantes. Sin embargo los apartados relativos al contenido de su filosofía, así como la sección de textos del propio Jenófanes nos proporcionarán la mayoría de la información sobre este pensador.

Los temas de los que se ocupa la filosofía de Jenófanes son principalmente tres: 1) cuestiones teológicas, 2) la naturaleza y el mundo físico 3) el conocimiento humano y sus límites.

1) Con respecto a la teología Jenófanes comienza por realizar una crítica a los dioses homéricos de la tradición griega. Estos dioses, afirma Jenófanes, no son más que una invención humana, creada a imagen y semejanza del ser humano. Dotados no solamente de cuerpos, brazos y piernas similares a las del hombre, los dioses tienen además todos los vicios imaginables. Son corruptos, mienten, engañan, traicionan, etc. por lo que en ningún momento deberían ser usados con fines educativos. En este aspecto Jenófanes es claramente un moralista preocupado por las posibles influencias que las creencias tradicionales podían tener en los modelos de conducta de la juventud. No olvidemos que los textos de Homero eran parte fundamental de la educación, no sólo de los jóvenes, sino de todo el pueblo. La crítica al antropomorfismo es uno de los frutos de los viajes realizados por Jenófanes y del espíritu crítico adquirido en ellos, pues no se limita a señalar una mera semejanza general entre dioses y humanos, sino que en cada región del mundo los dioses tienen las características de los habitantes de la zona.

Frente a estas divinidades Jenófanes propone la existencia de un único Dios que no guardaría ningún parecido con los seres humanos. Este Dios es un precursor del Ser de Parménides, aunque, de nuevo, a la hora de precisar las características del Dios de Jenófanes las interpretaciones difieren. Hay común acuerdo en atribuirle la inmovilidad, probablemente debido a que todo cambio, ya sea espacial o de otro tipo, es visto como una imperfección, mientras que el Dios de Jenófanes se nos presenta como un ser supremo y perfecto:

Por el contrario falta el acuerdo en lo que se refiere a su corporalidad. Algunos interpretes han considerado, basándose precisamente en que el Dios de Jenófanes "ve" y "oye", que debía tratarse de un ser corporeo, aunque distinto a los humanos, mientras que otros han interpretado tales términos como meras concesiones lingüísticas para explicar de forma sencilla y accesible al Dios sin que hayan de ser tomadas literalmente. En caso de aceptar la corporeidad cabría discutir si la forma que adopta es esférica, como hará Parménides al hablar del Ser o si cabe alguna otra posibilidad.

Otro punto controvertido es la identificación que algunos interpretes, como Aristóteles y Teofrasto, han realizado de Dios con el mundo, que harían de Jenófanes un panteista o un hilozoista, en la medida en la que el hilozoismo acepta la penetración divina en la materia. Esta postura, sin embargo, probablemente es errónea: si, como hemos afirmados, el Dios de Jenófanes está inmóvil y el mundo se encuentra en movimiento ¿cómo pueden identificarse el uno con el otro?

Finalmente, por lo que al ámbito de la teología respecta, cabe considerar si Jenófanes concibió su Dios a partir de reflexiones lógicas, como hizo Parménides después de él, o si meramente se limitó a postular un Dios cuyas características fuesen las opuestas a las de los dioses homéricos que repudiaba.

Los siguientes fragmentos ponen de manifiesto todos estos aspectos mencionados en torno a cuestiones teológicas:

"Chatos, negros: así ven los etíopes a sus dioses.
De ojos azules y rubios: así ven a sus dioses los tracios.
Pero si los bueyes y los caballos y leones tuvieran manos,
manos como las personas, para dibujar, para pintar, para crear una [obra de arte
entonces los caballos pintarían a los dioses semejantes a los [caballos, los bueyes
semejantes a bueyes, y a partir de sus figuras crearían
las formas de los cuerpos divinos según su propia imagen: cada [uno según la suya
Solamente un dios es el supremo, único entre dioses y hombres,
ni en figura ni en pensamiento semejante a los mortales.
Permanece siempre en el mismo lugar, sin movimiento,
y no le conviene emigrar de un lado a otro.
Sin esfuerzo hace vibrar al Todo, sólo por medio de su saber y [querer.
Todo él es ver, todo pensar y planear y todo él es escuchar."

Jenófanes de Colofón

2) En lo tocante a sus opiniones acerca de la naturaleza y de los fenómenos físicos Jenófanes dedica su atención a los fenómenos celestes, a cuestiones cosmológicas y, finalmente, a observaciones geológicas.

Sobre los primeros afirma que son un producto de la concentración de " partículas ígneas " o " nubes en ignición ". Esta concepción de los objetos celestes está en concordancia con las afirmaciones relativas a la naturaleza del sol, que es considerado como una " concentración de fuego que surgía procedente del mar ". Asimismo, el arco iris es también concebido como una nube. Toda estas afirmaciones son coherentes entre sí y muestran además un parecido con las teorías de Heráclito, quien al parecer consideró que los cuerpos celestes estaban llenos de fuego. El problema, sin embargo, surge a partir de otras citas que se refieren a Jenófanes y que afirman que éste aceptaba la existencia de innumerables soles y lunas, y con ello pasamos a considerar las opiniones relativas a la cosmología. Para evitar la contradicción entre las afirmaciones, o bien aceptamos que Jenófanes, al igual que Heráclito, consideraba que " el sol y la luna se encendían cada día " o bien entedemos la alusión a los "innumerables soles y lunas" como una mera metáfora acerca de la renovación diaria de cada uno y la circularidad de los procesos temporales.

Todavía en el ámbito de las cuestiones cosmológicas encontramos fragmentos que hacen alusión al elemento primigenio de Anaxímedes, el aire, y al ápeiron de Anaximandro. De nuevo según Popper, es probable que el joven Jenófanes se enfrentase al dilema de elegir entre el ápeiron propuesto por su maestro Anaximandro y el aire de Anaxímedes como elemento fundamental, siendo así que se decidió por la propuesta del primero. La alusión a éste ápeiron por medio del término "infinito" (expresión que no es erronea pues ápeiron significa literalmente "sin límites") tuvo sin embargo como consecuencia la desafortunada atribución a Jenófanes por parte de Aristóteles de la teoría de una Tierra infinita, asociación ésta que pasó a formar parte de las teorías habitualmente relacionadas con el presocrático

Finalmente, por lo que respecta a las observaciones geológicas, encontramos aquí a un científico de gran agudeza. Jenófanes afirmó a partir del hallazgo de fósiles de peces encontrados en la montaña que la Tierra debió estar toda cubierta de agua, o, mejor dicho, de algún tipo de mezcla de la tierra y el agua como el barro o el fango. A partir de estas observaciones Jenófanes postuló que todos los seres vivos proceden del barro, siendo los primeros animales similares a los peces y surgiendo después los anfibios. Posteriormente aparecerían los seres humanos, pero igualmente tendrían su origen en las criaturas que una vez salieron del fango originario. En su visión de los fenómenos naturales Jenófanes concedía primacía al agua, y concretamente al mar, la mayor agrupación de agua conocida, al que consideraba la fuente de todos los rios así como de la lluvia y las nubes.

3) Acerca del conocimiento humano y de sus límites Jenófanes realizó avances todavía más importantes y que están siendo cada vez más valorados. Los siguientes versos son en este ámbito de importancia fundamental:

"Ningún hombre conoció ni conocerá nunca la verdad sobre
Los dioses y sobre cuantas cosas digo; pues aun cuando
Por azar resultara que dice la verdad completa, sin embargo no lo [sabe.
Sobre todas las cosas no hay más que parecer"

Jenófanes de Colofón

La interpretación tradicional afirmaba que Jenófanes se limitaba a expresar meramente la relatividad del conocimiento, al considerar que éste depende de cada individuo. No obstante otros estudiosos consideran que, por el contrario, Jenófanes es el fundador de la teoría del conocimiento porque en este texto, así como en otros fragmentos, se establece una teoría de la verdad: No se trata de que el conocimiento dependa del sujeto, sino que se está afirmando una concepción de la verdad como algo objetivo, independiente del sujeto. La verdad consiste en la correspondencia de aquello que decimos con la realidad, pero no tenemos ningún medio para saber cuando dicha correspondencia se da o no (pero ello no elimina el concepto de "verdad"). Nuestras ideas, por lo tanto, no son más que intentos más o menos afortunados de expresar la verdad. Es posible que, con el tiempo (esto se deduce a partir de otros fragmentos), nuestras ideas se acerquen más a la verdad, pero estas siguen siendo conjeturas. En la concepción de Jenófanes, por lo tanto, además de considerar la verdad como algo objetivo, se afirma que se trata de algo distinto de la certeza, entendida ésta como un conocimiento subjetivo. De esta concepción del conocimiento, afirman algunos de los historiadores mencionados, puede extraerse incluso ciertas actitudes éticas, principalmente la tolerancia, estableciendose así una línea de pensamiento que, partiendo de Jenófanes, uniría a filósofos como Sócrates, Erasmo, Voltaire y Lessing.




B) Parménides


Parménides escribió un extenso Poema de 154 versos hexamétricos dividido en dos partes y un proemio; la primera parte se titulaba vía de la verdad y la segunda, vía de la opinión. El proemio describe como Parménides fue raptado por entes divinos que le conducen mediante un carro tirado por yeguas y guiado por las hijas del Sol hacia la presencia de una diosa benevolente, más allá de las puertas del día y de la noche. El discurso de la diosa referente a la "bien redondeada verdad" constituye la vía de la verdad ; el discurso sobre las falsas opiniones de los hombres constituye la vía de la opinión (doxa).

 

Parménides: 540-470 a.C .

Al contrario que Heráclito, Parménides separa el ser del no-ser. Sólo el camino del ser o de la verdad es viable, el camino del no-ser es inexplorable. Así como del no-ser no puede surgir nada, así nada puede pasar (perecer) al no-ser. Por ello, el devenir y la pluralidad de las cosas no son en sentido propio y deben ser considerados sólo como fenómenos e incluso como simples apariencias. El ser es un todo imperecedero e inmutable; de una vez para siempre. Los hombres constantemente recaen por la opinión en el no-ser: pero el pensar que percibe el ser es idéntico al ser.

Su filosofía marco decisivamente el pensamiento posterior engendrando la ontología y la metafísica.

La vía de la verdad ( alétheia ) se muestra como el único camino realmente practicable para el filósofo, pues, como dice la diosa, los dos únicos caminos de investigación que se pueden concebir son :

"El uno, que el ser es y que el no-ser no es. Es el camino de la certeza, ya que acompaña a la verdad. El otro, que el ser no es y que necesariamente el no-ser es. Este camino es un estrecho sendero, en el que nada iluminará tus pasos. Ya que no puedes comprender lo que no es, pues no es posible, ni expresarlo por medio de palabras. Porque lo mismo es pensar y ser. Es necesario decir y pensar que lo que es, es, ya que el ser es y el no-ser no es; afirmaciones que te invito a considerar bien".

Parménides

De esta afirmación de la diosa se derivan toda una serie de consecuencias:

- El ser es único. Sólo hay un ser, pues caso de que no fuera así, ¿qué los diferenciaría?

- El ser eterno. El ser no fue, ni será, porque es a la vez entero en el instante presente, uno, continuo. Pues ¿qué origen puedes buscarle? Así pues, es necesario que sea absolutamente, o que no sea en absoluto. No puede, pues, haber tenido origen ni puede tener fin.

- El ser es inmóvil e inmutable. Si el ser fuese móvil debería moverse en algo, pero este algo, ¿es o no es? Si es, el ser es en el ser y no puede ser móvil. Por otra parte no puede no ser puesto que lo que no es no es. Pero el dejar de ser no es posible ya que sería aceptar el no ser.

- Por las mismas razones, no puede tener principio ni fin .

- Se da una identidad entre el pensar y el ser . Sólo el ser puede ser pensado, ya que el no ser, en cuanto que no es, no puede ni tan sólo ser concebido. Esta identificación entre pensar y ser puede entenderse como una tesis panlogista: el pensar determina qué es real en la medida en que el pensar también es ya ser. En efecto, la razón demuestra que no se puede ni pensar ni expresar el no ser. No se puede pensar sin pensar algo. El pensamiento y la expresión deben tener un objeto y éste es el ser.

A continuación transcribimos la parte del poema correspondiente al Discurso de la Verdad

" Un solo camino narrable
queda: que es. Y sobre este camino hay signos
abundantes: que, en tanto existe, es inengendrado e imperecedero;
íntegro, único en su género, inestremecible y realizado plenamente;
nunca fue ni será, puesto que es ahora, todo a la vez,
uno, continuo. Pues ¿qué génesis le buscarías?
¿Cómo, de dónde habría crecido? De lo que no es, no te permito
que lo digas ni pienses, pues no se puede decir ni pensar
lo que no es. ¿Y qué necesidad le habría impulsado
a nacer antes o después, partiendo de la nada?
Así es forzoso que exista absolutamente o que no <exista>.
Jamás la fuerza de la fe concederá que de lo que es
se genere algo fuera de él, a causa de lo cual ni nacer
ni perecer le permite Diké, aflojándole las cadenas,
sino que lo mantiene. Pero la decisión acerca de estas cosas reside en esto:
es o no es. Ahora bien, está decidido, como lo <exige> la necesidad
dejar un <camino>, impensable o innombrable, (ya que no es un verdadero
camino), y <admitir> el otro que existe y es verdadero.
¿Cómo podría ser después lo que es? ¿Cómo se generaría?
Pues si se generó, no es, ni <es> si ha de ser en algún momento futuro.
De tal modo, cesa la génesis y no se oye más de destrucción.
Tampoco es divisible, ya que es un todo homogéneo,
ni mayor en algún lado, lo que impediría su cohesión;
ni algo menor, sino que todo está lleno de ente; por ello
es un todo continuo, pues el ente se reúne con el ente.
Pero inmóvil en los límites de grandes ligaduras
existe sin comienzo ni fin, puesto que la génesis y la destrucción
se pierden a lo lejos, apartadas por la fe verdadera.
Lo mismo permanece en lo mismo y descansa en sí mismo,
y así permanece firme en su posición; pues la poderosa necesidad
lo mantiene en las ligaduras del límite, que lo rodea en su torno.
A causa de lo cual al ente no le es lícito ser inacabado,
pues no carece de nada; si <careciera de algo> el ente, carecería de todo.
<Lo que> puede pensarse es lo mismo que aquello por lo cual existe el pensamiento.
En efecto, fuera del ente --en el cual tiene consistencia lo dicho--
no hallarás el ente. Pues no hay ni habrá nada
ajeno aparte de lo que es; ya que el Hado lo ha forzado
a ser íntegro e inmóvil; por eso son todo nombres
que los mortales han impuesto, convencidos de que eran verdaderos:
generarse y perecer, ser y no <ser>,
cambiar de lugar y mudar de color brillante.
Pero puesto que hay un límite último, es completo
en toda dirección, semejante a la masa de una esfera bien redonda,
equidistante del centro en todas direcciones; pues es forzoso
que no exista algo mayor ni algo menor aquí o allí.
No hay en efecto, no-ente que le impida alcanzar
la homogeneidad, ni ente que de algún modo
sea aquí o allí mayor o menor, ya que es por completo incólume;
igual por todos lados, se encuentra en sus lados.
Con esto termino el discurso fidedigno y el pensamiento acerca de la Verdad."

Parménides 

No obstante, todas las interpretaciones del Poema de Parménides chocan con la ambigüedad del uso del término es ("esti" en griego) en sus expresiones, ya que "esti" puede tener tres acepciones:

1. Una acepción copulativa , como en la frase "esto es una mesa".

2. Una acepción existencial , como en la frase "existe algo".

3. Una acepción de verificación , en el sentido de "es verdad".




C) Zenón

Nacido en Elea (ca. 504 a.C.). Dotado de una fuerte personalidad, gozó de gran fama como orador y dialéctico en la antigüedad. Fue legislador de su ciudad y se enfrentó a los pitagóricos -oponiéndose a su teoría de los números como principio de la realidad, defendiendo -al principio- la unicidad del ser, como su maestro.

Utilizando las paradojas y la argumentación por reducción al absurdo , afirmaba que tanto el ser único, indivisible e inmóvil de Parménides, como el ser múltiple, divisible y móvil de los pitagóricos (y de Heráclito) son ambos absurdos e inconcebibles. Zenón es conocido por argumentar con paradojas, con epiqueremas.

Zenón ha pasado a la historia del pensamiento como el defensor de las ideas de Parménides contra los ataques de los pluralistas y el divulgador de su filosofía, aduciendo argumentos paradójicos, que, desde el punto de vista lógico, suponen la prueba de una hipótesis por reducción al absurdo; éstaa es la razón por la que, en ocasiones, se le considera iniciador de la dialéctica. Con estos argumentos "refuta a quienes afirman la multiplicidad" (tanto si es infinitamente indivisible como si no) y defiende, por lo mismo, que "todo es uno".

Los argumentos contra la multiplicidad son propiamente argumentos contra la divisibilidad del espacio y el tiempo, y el más conocido de ellos es el argumento de "Aquiles y la tortuga" (otros son "La paradoja de la dicotomía", "La paradoja de la flecha", "El argumento del estadio", "La paradoja de la pluralidad"...).

"El argumento es llamado "Aquiles" porque en él se ocupo de Aquiles, quien, según dice el argumento, no puede dar alcance a la tortuga que persigue. Pues es necesario que el perseguidor, antes de alcanzar la meta, llegue primero al lugar del cual partió el que huye. Pero cuando el perseguidor llega a este punto, el que huye avanzó una cierta distancia, si bien esta es menor que la que recorrió el perseguidor, que es más veloz. Pero avanzó: no se estuvo quieto. Y nuevamente en el tiempo en que el perseguidor alcanza el punto al que llegó el que huye, éste avanzó algo, si bien menos que lo que se había movido antes, pues es más lento que el perseguidor. Y así, siempre que el perseguidor avanza hacia donde había llegado el que huye, que es más lento, éste ha avanzado algo. Aunque el recorrido es cada vez menor, sin embargo algo recorre, pues está siempre en movimiento. Por el hecho de suponer distancias cada vez menores hasta el infinito -a causa de la división de las magnitudes hasta el infinito- no sólo Héctor no será alcanzado por Aquiles, tampoco lo será una tortuga."

Simplicio

De este modo, Zenón no creía en la realidad objetiva del espacio: si éste es algo, ese algo debe estar situado en otro algo, y éste en otro, hasta el infinito; y si el espacio es nada, entonces las cosas que vemos están en nada. Zenón no niega que tengamos una percepción del movimiento, pero sí niega que éste sea algo real. (1)

(1) Una anécdota al respecto nos narra que, estando Zenón argumentando su postura, otro filósofo, Diógenes el cínico, al escuchar que el movimiento era imposible, se levantó y, echando a andar, afirmó: "el movimiento se demuestra andando". Es posible que esto produjese un efecto cómico que desprestigiase a Zenón, pero argumentativamente, Diógenes no había demostrado nada. Zenón lo que afirmaba era que el movimiento era imposible y que lo que vemos no es más que una falsa apariencia. Diógenes, por lo tanto, no había hecho más que ofrecer una apariencia más.

La anécdota, por otro lado, comete el fallo de reunir a Zenón y a Diógenes, a pesar de que éste nació el 413 a.C., esto es, 17 años después de la muerte de Zenón.


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© José Sánchez-Cerezo de la Fuente 2004


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