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CUADERNOS DE FILOSOFÍA

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5. EL DEBATE ENTRE NATURALEZA Y CULTURA

De entre los muchos temas abordados en el debate entre Sócrates y los sofistas la contraposición entre naturaleza y cultura es de vital importancia, no sólo porque la postura que se adopte en ese debate influye a su vez en otros aspectos y opiniones, sino porque se trata de un tema que va a resurgir explícitamente en varias ocasiones a lo largo de la historia de la filosofía (como en el caso de la discusión sobre el “buen salvaje” de Rousseau, o, en general, en la Ilustración) y, aunque no se haga discusión explícita sobre el tema, las categorías “naturaleza” y “cultura” siempre están presentes.

Con respecto a la contraposición entre physis y nomos, tal y como se plantea en la antigua Grecia deberemos aclarar en primer lugar qué se entiende exactamente por cada uno de los términos.

El concepto de Physis corresponde, en términos generales, a lo natural, a un orden que tiene sus propias leyes independientes de los deseos del ser humano y que constituye una estructuración de la realidad armoniosa, equilibrada y estable (esto es muy importante, porque en el debate posterior la equiparación de lo natural con lo bueno está fuera de duda o de cuestión en muchos casos).

Por Nomos se suele entender todo aquello que el ser humano ha añadido a la Physis, construcción artificial que no existiría de no existir el hombre: costumbre, política, lenguaje, ley, valoraciones, juicios, técnicas, normas, etc.

La contraposición de uno y otro concepto, en cualquier caso, es introducida por los sofistas, que consideran que las leyes y costumbres humanas son convenciones creadas por el ser humano y no responden a leyes naturales o divinas. Esta concepción supone el nacimiento de la crítica de la cultura y de todos sus aspectos, tanto políticos como jurídicos, religiosos o morales.

Una vez planteada la diferencia entre naturaleza y cultura los sofistas tomarían diversas posturas a la hora de valorar una u otra, desdeñando la cultura, como hace Trasímaco, como mera imposición de los poderosos, o valorándola, como hace Protágoras, como superación del estado natural.

El debate, como ha quedado dicho, es de una importancia fundamental y ha supuesto el punto de partida para la toma de decisiones en otros temas o para la valoración de actitudes. Su influencia sigue presente hoy día, tanto en cuestiones filosóficas como cotidianas (por ejemplo, lo natural sigue siendo un concepto usado para explicar la conducta humana o para juzgarla, como se hace, por ejemplo, cuando se tacha una conducta sexual determinada como antinatural para descalificarla)

Antonio Escotado, al señalar la importancia del debate en el contexto en el que se sitúa, muestra que los sofistas, “ al excluir la cultura de la naturaleza lo que hace (escotado se refiere concretamente a las afirmaciones de Antifón de Atenas, pero lo mismo lo aplica al conjunto de la sofística) es segregar un microcosmos del cosmos. El resultado es un concepto “cultural” de la naturaleza (como aquella parte no nacida de la convención o del trabajo humano, lo cual es insuficiente), y un concepto “natural” de la cultura (como algo regido exclusivamente por una ciega voluntad de poder, lo cual es insuficiente también .” De esta crítica surge una necesidad de replantear estos dos conceptos, verdaderos ejes de muchos otros planteamientos.

 

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© José Sánchez-Cerezo de la Fuente 2004